El Señor, que “cuenta el número de las estrellas del cielo, y a cada una la llama por su nombre” (Salmo 147,4), llama también a los jóvenes de manera personal. Para acompañar en el descubrimiento de esa llamada pone cerca de cada uno a monitores, APJs y misioneros dispuestos a caminar con él, a preguntarle qué tal está, a clarificar sus dudas y a animarle en el crecimiento de la fe; hasta llegar a descubrir lo que verdaderamente es: alguien radicalmente único a sus ojos.

Cuentan que un baobab, árbol milenario, tarda más de veinte años en florecer por primera vez. Requiere de luz, agua y, sobre todo, tiempo. Del mismo modo, cada joven que participa de nuestra Pastoral Juvenil Vocacional necesita tiempos, espacios y grupos que alimenten su vida y despierten su fe. Por eso, todos ellos tienen la posibilidad de participar en itinerarios y proyectos adaptados a sus contextos y ritmos. Ellos, en el espíritu del Padre Claret, aprenden a ser Iglesia misionera.

Nuestra provincia claretiana, bañada por el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, responde a la realidad juvenil a través de estructuras pastorales diversas en cada territorio. Durante el curso, algunos puentes nos ayudan a salir de las actividades propias de cada lugar, cruzar las aguas que nos separan y participar en acciones conjuntas: encuentros de jóvenes, ejercicios espirituales, pascuas, verano, etc.

Incendiados por el fuego del amor de Dios, continuadores de la obra de Claret, nos sentimos desafiados por la realidad de nuestro mundo, llamados a sembrar fraternidad y a luchar en favor de la justicia. Nuestra PJV ofrece a los jóvenes cauces de solidaridad, en coordinación con ONGs claretianas y otras organizaciones eclesiales y civiles. Soñamos con jóvenes solidarios y con un corazón abierto al mundo.